Artículo invitado

Incertidumbre… dudas que matan

John Kenneth Galbraith, el principal asesor económico del presidente Kennedy durante su breve presidencia, y uno de los más reconocidos economistas del siglo XX y principios del XXI (murió en el 2006) señaló, en uno de los capítulos de la serie de la BBC “La Época de la Incertidumbre” que, hasta el siglo pasado, podía haber cierta certeza sobre las predicciones económicas, pero ésta se fue perdiendo a partir de la gran depresión y la economía, en manos de los políticos, cayó en una espiral de incertidumbre que no sólo ha permanecido, sino que se ha acrecentado con el tiempo.

Hasta el siglo pasado los capitalistas estaban seguros del éxito del capitalismo, los socialistas del socialismo, los imperialistas del colonialismo y las clases dominantes de su destino manifiesto: gobernar

La complejidad que a partir de la revolución cibernética de los años 90 del siglo pasado encapsuló a la economía hace hoy imposible generar predicciones. La situación es tan terrible -guerras, pandemia, ciber monedas, derechos humanos, desinformación y fanatismos a ultranza- que hoy se confía más en un horóscopo que en un análisis econométrico.

Peor aún resulta hacer señalamientos precisos, y mentirosos, sin análisis ni fundamento, de lo que en materia económica nos depara el muy cercano 2023.

En su último informe, y sin datos de soporte, el Presidente (de México) dijo que este año la economía mexicana crecerá al 3.5% y aseguró que de ese mismo tamaño será el crecimiento para los dos siguientes años.

Sus asesores no leyeron o escucharon a Galbraith, ni diferencian, o si lo hacen no lo informan al Presidente entre Producto Interno Bruto y Producto Interno Neto (el que considera las depreciaciones acumuladas). Bueno, tampoco le dijeron que, si bien nos va, este año sólo crecerá nuestra economía el 1.5% (si aplicamos las depreciaciones, resulta una cifra negativa) y que, para los siguientes años, la recesión que ya empezó en Europa provocará decrementos -pomposamente llamados crecimientos negativos- en casi la totalidad de los países.

Explico: si usted compra un automóvil de 300 mil pesos, posee un activo de ese valor, pero sucede que ese activo se empieza a depreciar apenas giran las ruedas para salir de la agencia. Entonces su factura (bruta) sigue diciendo que tiene un auto de 300 mil pesos, pero en realidad cada año pierde el 20% de su valor (si no choca, se lo rayan o cae en un bache toluqueño). 

Con el PIB pasa lo mismo, lo que se produce y los bienes que se usan para producirlos se deprecian y, por tanto, nuestra riqueza disminuye

Entonces enfrentamos una doble incertidumbre, el cáncer de la economía, no sabemos si el político en turno mintió, en su dimensión, y no sabemos la realidad -o la ficción- en la que se basó para disparar “su verdad”. Para no ahondar en las mentiras imperiales sólo diremos que 2023 se avecina con mucha más incertidumbre que este año. La inflación no ha sido controlada, las tasas de interés –precio del dinero- siguen subiendo y el petróleo navega en su propio pozo de incertidumbre y humor árabe.

Probablemente el petróleo bajará, menos producción generará menos demanda, pero los alimentos seguirán subiendo de precio, la llamada inflación subyacente. El empleo será menor y con menores remuneraciones y la parte virtual de la economía seguirá en el tobogán que ya se encuentra. Los precios más inciertos son los que nacen de rumores de la captación de inversionistas que dan valor a activos que no existen y, en todo caso y como su nombre lo indica, son virtuales, surgen de la nada y a ella vuelven, a veces veleidosamente, casi siempre perversamente, tal es el caso del Bitcoin y de las hipotecas ficticias (subprime), para dar dos ejemplos recientes.

Incierto es el crecimiento y la inflación para el próximo año, incierta la política de los bancos centrales y, definitivamente falsa y maniquea la posición de dar pronósticos sin sustento, sin análisis y tendenciosos para crear posverdades.

Es claro que los pronósticos demagógicos, así como cualquier otro que usted vea durante los siguientes meses, podría cambiar conforme a las circunstancias prevalecientes en la economía. Por nuestra parte, en lugar de pronosticar, sólo podemos desear que las circunstancias sean menos escabrosas que en 2022.

DE FONDO: Mientras en México se incrementa el número de pobres y de pobres en extremo, ¿sabía usted que en diciembre del año pasado el Gobierno de México envió a Perú una delegación encabezada por el Secretario de Hacienda y que incluyó a los titulares de Relaciones Exteriores y de la Secretaría del Bienestar para asesorar al gobierno del hoy depuesto Pedro Castillo en materia de programas para combatir la pobreza?

DE FORMA: El índice de pobreza en Perú, 25% en 2021, era MENOR AL DE MÉXICO, ¿no se requeriría una asesoría inversa? Después de la asesoría, el índice de pobreza se incrementó en 2 puntos en Perú este año. Eso pasa cuando se combate la riqueza, no son vasos comunicantes.

DEFORME: El escándalo por corrupción en el fútbol mexicano, que no es nuevo, la grabación de la conversación entre Decio de María y Jesús Martínez es de por lo menos hace cuatro años (¿no es delito grabar conversaciones sin consentimiento de las partes?) es la nueva “cortina de humo” para desviar la atención de temas tan importantes como la reforma electoral, el fracaso de las megaobras, las desviaciones presupuestales y las campañas adelantadas. Hagan ruido, para que no se fijen en el cochinero. ¡Qué pena

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