Visión laboral

¿Hemorragia sindical?

Las tasas de afiliación sindical a escala mundial han ido, en general, a la baja, así lo demuestran los datos públicos emitidos por cada país y por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); sin embargo, un enfoque más específico, centrándonos en México y Estados Unidos, arroja conclusiones que si bien es cierto son preliminares, no por ello dejan de ser interesantes.

  1. En ambos países se muestra una baja en la afiliación sindical en los últimos 15 años, aunque la caída en EU es mayor en número de trabajadores. Esta diferencia debe observarse a la luz de las asimetrías de los dos mercados laborales y su tamaño (por ejemplo, el tamaño de la informalidad en México donde no hay sindicatos).
  2. Los cambios generacionales en la fuerza laboral provocan un desencanto de los jóvenes respecto de los sindicatos; y ya no son los días de la pujanza industrial y de los sindicatos que pisaban fuerte; días en que no era preciso un título universitario para acceder a un puesto bien remunerado, hoy los millennials observan que incluso un mayor nivel de estudios ya no es palanca para acceder a la clase media y eso afecta a los sindicatos. En general, las fuerzas de trabajo jóvenes no ven a los sindicatos como un vehículo para proteger o exigir el cumplimiento de sus derechos, en muchos casos, como en las plataformas digitales, los trabajadores no sólo rechazan a un sindicato sino también una relación laboral al preferir flexibilidad y autonomía.
  3. Además de las peculiaridades mencionadas, operan tendencias de fondo. Una es la migración de empleos a sectores donde los sindicatos tienen menos fuerza, como las plataformas digitales, el comercio minorista o los servicios profesionales. Otra es que los cambios de empleo son más frecuentes, y el trabajador que pasa pocos años en una misma empresa saca menos partido al pago de cuotas. Muchos expertos explican que esta situación está aumentando la tendencia económica a crear pequeñas empresas (formales e informales), principalmente de servicios, mientras que los sindicatos son más fuertes en sectores industriales tradicionales cuyo poder económico también está decayendo.
  4. Muchos sindicatos no gozan de la mejor reputación y eso los hace poco atractivos; con una tasa de afiliación baja, los sindicatos han nutrido sus ingresos con variadas fuentes de financiación política y económica, difuminadas por la opacidad de sus cuentas. La opinión pública ya no cree tan fácilmente que los sindicatos estén de su mismo lado simplemente porque así lo digan.
  5. El nacimiento de nuevos colectivos de protección para las clases trabajadoras. En Estados Unidos, por ejemplo, se va consolidando el fenómeno conocido como alternative labor, una nueva forma de sindicalismo pensada para ayudar a los trabajadores menos protegidos por los sindicatos. Estas organizaciones sin ánimo de lucro no se sientan a negociar con los empleadores. Y ni siquiera están presentes en los centros de trabajo. Entre otras cosas, porque la ley no los considera sindicatos.

Los primeros worker centers eran independientes de los sindicatos y nacieron precisamente para llegar a los sectores profesionales y a los trabajadores a los que aquéllos no solían llegar.

Sin embargo, la Reforma Laboral en México busca incentivar un nuevo sindicalismo, democrático y representativo, empoderador de los trabajadores a través del voto libre, directo y secreto de éstos en todas las decisiones sindicales.
Quizá no sea sorpresa, hablando estrictamente del sindicalismo, que se esté volviendo al socialismo con el reclamo de la época de la Revolución Industrial en versión digital y con el respaldo de gobernantes o candidatos presidenciales que prometen programas audaces de redistribución de la riqueza.

Información proporcionada por Jorge Sales Boyol, abogado laboral

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