“Mi meta es colaborar en el reforzamiento de la impartición de Justicia, a través del Consejo de la Judicatura, al que aspiro a ser miembro bajo el firme propósito de entregar lo mejor a la ociedad”.
Alicia Rodríguez Cruz es una mujer con 39 años de carrera profesional en el mundo de la justicia y aspira a ser consejera del Poder Judicial de la Federación.
Hoy como magistrada, recuerda con emoción, anhelo y orgullo sus comienzos en el mundo del derecho.
Alicia Rodríguez recuerda que su infancia, aunque con carencias económicas, fue feliz.
Es la tercera hija de un matrimonio mexicano del pueblo de Abasolo, Guanajuato.
De su padre, don Gil Rodríguez Gómez, recuerda haber heredado el hábito de la lectura, la disciplina por el trabajo y el amor por el servicio a su país, México.
“Mi padre fue militar, falleció en 1972, cuando yo cursaba la preparatoria, pero siempre lo vi de buen humor, compartiendo conmigo sus momentos de lectura, que podrían ser interminables. A mi padre lo caracterizó su espíritu por servir, por buscar ayudar a construir una mejor sociedad.
“Fue reconocido como Legionario de la Revolución, y jubilado con 45 años de servicio.
“Él me dijo: ‘No puedo dejarte de herencia bienes o dinero, lo mejor que puedo dejarte es el estudio, si sabes aprovecharlo te irá bien’”.
A la distancia, Alicia sabe que las enseñanzas que obtuvo de su padre fueron muchas, tal como sucedió con su señora madre, quien vivió hasta los 102 años, y siempre fue un pilar en su desarrollo.
“Mi madre siempre fue una mujer revolucionada para su época: por vocación fue maestra rural, lo cual era casi impensable en los años treinta, no por dedicarse a enseñar, sino porque también mi madre tenía que trasladarse en caballos, mulas o a pie a comunidades alejadas de casa. Mi madre enseñó la educación básica no sólo a niños sino a adultos”.
Aunque Rodríguez Cruz vivió en el seno de una familia donde el dinero no era lo que prevalecía, los cimientos familiares y el esfuerzo fueron sus raíces. El buscar avanzar y no conformarse, la hicieron saltar barreras a muy temprana edad. “Cuando estudiaba la secundaria me puse a trabajar en la caseta telefónica de mi pueblo, a mi padre le había dado un infarto y lo que menos quería era pedirle dinero para comprar mis útiles escolares, lápices, cuadernos o colores, así que me puse a trabajar”.
Alicia comenzaba a buscar opciones de trabajo sólo para ayudar a sus padres, y que ella pudiera seguir con sus estudios. Incluso recuerda que tuvo que hacer uso del ingenio para que sus zapatos le duraran más. “Como tenía que caminar mucho de mi casa a la escuela y viceversa, no me duraban mucho los zapatos, pero para no representar más gasto a mis padres, en muchas ocasiones le puse a mi zapato un pedazo de cartón, para que la suela, que ya estaba desgastada, pudiera aguantar un poco más”. En ese mundo libre pese a las carencias, Alicia vivió una infancia feliz. Sin embargo, para continuar con sus estudios de preparatoria se fue a la ciudad de Guanajuato, donde pasó a vivir con familiares de su padre.
Así, al concluir sus estudios de bachillerato, Alicia, aunque no sabía que el mundo del derecho sería su vida, comenzó a estudiar la rama de lo social, en un inicio imaginó que podría llegar a estudiar periodismo, en donde Jacobo Zabludovsky era su referencia.
“Sin embargo, cuando comencé a tomar materias de derecho y conocí más a fondo de qué se trataba, supe que a eso quería dedicarme, además las materias se me facilitaban.
“Yo tenía ganas de salir adelante. Estudié la licenciatura, y antes de concluir mis estudios comencé a trabajar en la presidencia municipal de Guanajuato, en el área administrativa.
“Después trabajé en una notaría pública, posteriormente en la Procuraduría de Justicia del estado, en el área de investigación.
“Luego estuve como mecanógrafa en la agencia del Ministerio Público, adscrita a un juzgado de Primera Instancia Penal, donde se hacían pedimentos y conclusiones en los procedimientos penales”.
Alicia Rodríguez seguía buscando cómo superarse y aprender cada vez más. Fue delegada y agente del Ministerio Público, función que no fue del todo de su agrado, por las funciones que se desempeñaban.
Así que cuando vio la oportunidad de cambiarse así sucedió. “Hice examen para ingresar al Juzgado Primero de Distrito, fue cuando me di cuenta que eso era lo mío.
“Me inicié como actuaria, abogada proyectista (ya no existe esa categoría) y segunda secretaria. Veía lo relativo a procedimientos penales, mercantiles, laborales, agrarios, de todo tipo. Pero era en el área donde podía ayudar más, hasta ese momento”.
El titular de ese Juzgado era Moisés Duarte Aguiñiga, recuerda Alicia Rodríguez.
Detalla que fue una etapa donde aprendió mucho. Con una sonrisa recuerda que el juez le dijo: ‘Vas a entrar a trabajar conmigo cuando hay gente que ha durado una semana, soy muy estricto, te la vas a jugar’, a lo que ella respondió sin titubear: “Sí me la juego”.
No obstante, en este caminar laboral se enfrentaría con la parte contraria en el mundo de los jueces. “Después me mandan con un juez, de quien omitiré el nombre, pero supe que eso no quería, era majadero, grosero, no sabía y le gustaba humillar a la gente.
“Pero me pasó lo más extraño que jamás hubiera imaginado en mi vida, conocí al ministro Manuel Gutiérrez de Velasco.
“Al ministro le tocaba realizar las visitas de inspección. Cuando él llegó al Juzgado de Distrito, a pesar de que había varias personas, se dirigió hacia mí y me preguntó por el señor juez, yo lo acompañé a donde estaba, y me retiré sin saber más.
“Horas más tarde nos avisaron que el señor ministro era el visitador, quien nos haría la inspección. Al día siguiente estaba desayunando en un restaurante pequeño enfrente del Juzgado, donde la señora incluso nos hacía un pequeño descuento porque íbamos muy seguido. Cuando estaba terminando de desayunar, llegó Manuel Gutiérrez de Velasco, me dijo que si se podía sentar conmigo, dije ‘sí, claro’, y empezó a preguntarme de mí.
“Resultó que había sido muy amigo de mi padre. Se conocieron en La Piedad, Michoacán donde fue juez de Primera Instancia Penal, y mi padre encargado de la instrucción militar en Santa Ana Pacueco, Guanajuato.
“Gutiérrez de Velasco le dijo a Alicia que habían sido muy amigos, pero se dejaron de ver por su cambio de adscripción. Así que al saber que había fallecido se convirtió para mí en un protector”.
Así que tomó la decisión de pedirle a Manuel Gutiérrez moverla de su cargo actual, ofreciéndole ser secretaria de un juez en Coatzacoalcos, Veracruz. Sin pensarlo, Alicia se fue a vivir a Veracruz” para trabajar con el juez de Distrito, José Manuel Mojica Hernández.
Como cosa del destino, al siguiente juez, José Ángel Mandujano Gordillo, lo cambiaron rápido al Juzgado Tercero de Distrito en Materia Administrativa e invitó a Alicia a colaborar con él, sabiendo que su especialidad era administrativa-fiscal. Cargo en el que estuvo haciendo proyectos para los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Entonces supo que quería ser secretaria de Estudio y Cuenta de ese máximo tribunal del país. Sin embargo, el ministro Manuel Gutiérrez de Velasco la frena, y le dice “que hay que ir paso a paso para llegar lejos”.
Así que por injerencia de él ingresa al Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito, adscrita a la ponencia del señor magistrado Carlos Amado Yáñez.
Posteriormente la nombran secretaria adscrita a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y la comisionan a la Segunda Sala y al Pleno, reportándole a dos ministros: Manuel Gutiérrez de Velasco y al ministro Atanasio González.
Tiempo en que Alicia Rodríguez Cruz tuvo horas interminables, pero a su vez pudo tratar de forma directa con varios de los 21 ministros de ese momento.
Alicia proyectó que algún día ella llegaría a ser juez y magistrado. “Y lo logré, hoy quiero ser consejera de la Judicatura Federal y trabajo en ello”.
Cuando la nombraron juez de Distrito, el 13 de noviembre de 1988, con efectos para el 1 de enero de 89, le tocó trasladarse a Guerrero, en una época muy difícil. “No sólo por el ambiente que se vivía en el estado, sino porque habían destituido a dos magistrados que habían resuelto un caso de violación a una niña. Llegué en un ambiente muy hostil, a todos los consideraban corruptos. Además, me encontré con un gobernador (Ruiz Massieu) autoritario, con el que gracias a nuestras buenas disposiciones y en beneficio de la sociedad, salimos adelante, pero mucho tiempo después”.
Alicia Rodríguez no desistió de su trabajo, por el contrario, enfrentó a los militares de dicho estado. “Algunos de ellos abusaron de sus facultades al torturar a algunos acusados, con el objetivo de que se declararan culpables”.
Recuerda la detención de cuatro personas (dos matrimonios, hermanos entre ellos), que se dedicaban a cuidar plantíos de mariguana. “Yo les dije: ‘Por qué en lugar de los cuidadores de los plantíos no detuvieron a los dueños’”.
Eran grandes abusos, comenta Alicia, abusos que llegó a frenar en los cuatro años que estuvo en dicho cargo. Situación que le costó algunos sustos, como el que se hubieran metido a su casa, en plena noche, a robarle pertenencias.
Después de dicho cargo fue nombrada magistrada. “Se da una vacante de magistrada, y me propusieron, me dieron a elegir entre Hermosillo y Villahermosa, escogí Hermosillo. Fueron tres años en donde me relacioné con abogados muy profesionales, además de excelentes compañeros”.
En Sonora, Alicia Rodríguez vio de todos los asuntos, eran de cualquier materia, había asuntos penales, civiles, laborales, sobre todo muchos delitos contra la salud.
Y por fin, después de tres años, llegaría a la Ciudad de México. “Yo quería mi cambio para un Tribunal Administrativo, pero el presidente de la Corte (Vicente Aguinaco Alemán) me dijo que me necesitaba en materia penal, en el Tribunal Segundo, por la experiencia que tenía en la materia y por lo delicado de los casos.
“Resolvimos asuntos de banqueros, Ruta 100 (Ricardo Barco), de homicidios impactantes, de Caro Quintero, Félix Gallardo, de la familia Ramírez, los dueños de los Cinépolis, de militares, entre muchos otros”.
Sin embargo, la salud de Alicia le haría una mala jugada. Tuvo que ser operada de emergencia
por entallamiento de vesícula biliar.
Había mucho trabajo en el tema penal, y, por el cúmulo de asuntos que se ventilaban, era necesario otro integrante.
Y como en el año 2000 se consideraba que lo laboral era menos estresante, fue removida al Séptimo Tribunal Colegiado en esa materia.
Posteriormente al Tercer Tribunal, con el magistrado Héctor Arturo Mercado López y Tarsicio Aguilera Troncoso, en donde se innovaron muchos criterios, sobre todo en lo relativo al voto libre y secreto para elegir a los representantes sindicales.
En 2015 inauguró, junto con la magistrada Guadalupe Madrigal Bueno y Andrés Sánchez Bernal, el Décimo Séptimo Tribunal en la multicitada materia, en el cual hasta la fecha se encuentra laborando.
El México actual
Dice que hay mucho por avanzar en materia de justicia, cree que se puede seguir avanzando
en pro de nuevos paradigmas.
“En lo laboral, estoy consciente de que es necesaria la reforma, mediante la conclusión de las Juntas de Conciliación y Arbitraje, tanto locales como federales, dado que hay muchas fallas en el procedimiento laboral, tanto en los juicios de amparo indirecto como en el directo.
“De ahí que se tenga demasiados ingresos, por ejemplo, por Tribunal recibimos ingresos por más de mil 500 anuales, los cuales, por ser la última instancia, deben analizarse cuidadosamente para resolver bajo el principio de verdad sabida y buena fe guardada.
“Por ello es necesaria la implementación de Juzgados de Distrito en Materia de Trabajo, los cuales deben crearse, según estudios, en el norte del país, así como en los estados donde hay más juicios laborales. Además, el gobierno de Estados Unidos está exigiendo dicho tema como uno de los requisitos para poder firmar el TMEC”.
Cambian los tiempos
“Hoy tenemos una justicia más completa. La Suprema Corte de Justicia de la Nación es nuestro máximo tribunal en el país, vela por la preservación de los derechos fundamentales del hombre. Que se respeten las garantías constitucionales y los tratados internacionales.
“Los ministros tienen todo mi respeto, son gente conocedora de la Constitución.
“Los jueces son gente entregada y estudiosa, con suma sensibilidad humana para poder brindar una excelente impartición de justicia, bajo espíritu de servicio, porque de ahí deriva todo.
“La reforma laboral implica mil cambios en beneficio de los factores de producción, trabajo, capital y trabajador. Yo creo que tenemos que educar a la sociedad de que todos los juicios son costosos, y por ello antes de promoverlos deberán agotar los medios alternativos de solución, mediante la conciliación, a través de los Centro de Conciliación Federal. Ello evitaría juicios innecesarios, porque todo ello cuesta al Estado”.
Alicia Rodríguez Cruz