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Falta de adhesión laboral

Necesario que las empresas asuman que deben fortalecer cierto tipo de enlaces holísticos que lleven a mejores ambientes laborales para que regrese el deseo de pertenencia

Hace veinticinco años se introdujo la idea de que los llamados millenials tendrían el poder de decisión sobre la elección laboral, debido a que fueron la primera generación nacida bajo la tercera revolución industrial o etapa, científico–tecnológica. Por ello, se daba por sentado que, ante su dominio digital, serían parte de un cambio disruptivo en diversas áreas

Debido a lo anterior, se pensó que sus expectativas serían inherentes a sus capacidades en comparación con anteriores generaciones que recién se vinculaban a esta nueva etapa. Lo que no se previó fue que el dominio digital de muchos de estos jóvenes tendría más relación con los aspectos lúdico-sociales de las redes, que con la innovación y mejora de los aspectos productivos y de servicios en el trabajo.

Por ello, se observó que gran parte de los nuevos trabajadores tenían una íntima relación con la exposición de logros sociales, algunos reales, pero la mayoría ficticia, que alimentó un aumento en la cifra de enfermedades mentales, como la depresión, la ansiedad y adicciones de muchos tipos. La cuestión de dependencia anímica generalizada habría afectado el desempeño de esta generación que se encontraba errante, entre la soberbia de creer saber demasiado, frente a lo que en realidad eran sus capacidades. Ante ello, la distopia entre el curriculum vitae y el desempeño abrió paso a un nuevo panorama. No era el que eligieran el trabajo, sino que no tenían un desempeño laboral óptimo, por lo cual abandonaban o eran despedidos, lo cual incrementó más la idea de que la empresa no tenía poder de retención de éstos; y aunque en algunos casos esto fuera cierto de forma parcial, la realidad es que la mayoría no ha logrado obtener un patrimonio que supere el de las personas que los formaron.

Estas generaciones que ahora rondan los cuarenta años están llegado a la edad media, en la cual se confronta una de las etapas de mayor cambio en la actividad laboral; los costos de las primas de seguridad social se incrementan, junto con los padecimientos tales como la diabetes temprana, la hipertensión, ansiedad y depresión, por lo cual en la mayoría de los casos la posibilidad de obtener un trabajo o empleo que represente estabilidad económica, social y previsora de su vejez, ha finalizado.

Así que hoy se ven en la necesidad de arribar a empleos en los que ya no generaran una antigüedad que les provea de una aportación digna para sus retiros y se suma a que ya están siendo desplazados por gente mucho más joven que pertenece a la siguiente generación llamada Centenialls.

La diferencia entre la primera y la segunda es que la falta de adhesión al trabajo se da por razones totalmente distintas.

El primer grupo representó una expectativa de logros académicos que supuestamente garantizarían una movilidad social ascendente, mientras que la segunda no depende únicamente de logros académicos,
sino de desempeños estructurales para resolver problemas

En este sentido, podemos advertir que los Centenialls tienen una falta de adhesión laboral debido a que aún están culminando sus estudios universitarios o de educación media, lo que hace que un trabajo obstaculice su preparación; otros muchos han dejado la escuela en edades tempranas, ante las crisis familiares que se desarrollaron de forma paralela a partir de la pandemia del Covid, donde muchos se quedaron huérfanos de forma parcial o absoluta

Otros tantos perdieron los insumos económicos de quienes los sostenían, trastocando su estabilidad y modificando su entorno por completo

Para los Centenialls las necesidades, carencias y fortalezas son muy diferentes a las de la generación que relevan, porque todos fueron inmutados en el orden que debieron haber vivido, durante tres años de juventud temprana. Para estos jóvenes la falta de adhesión laboral es multifactorial, y está vinculada más a lo personal que a lo formativo o académico.

Tenemos personas jóvenes que han perdido la estabilidad familiar, social, económica y amorosa acompañada de un gran sufrimiento, como es la pérdida de los progenitores o protectores, el gran cambio es la salud emocional, nadie por fuerte que sea puede afrontar la muerte sin dolor, pero si se trata de un pequeño o joven de 12 a 24 años esto queda encapsulado y despierta de formas que aún no conocemos, pero que seguramente no serán agradables en el futuro.

El impacto conlleva una modificación en la transición de vida que más tarde tiene una consecuencia en el desempeño social, y ello vinculará la esfera laboral, por lo que podemos asumir que existen múltiples razones para la falta de continuidad o permanencia laboral, entre miles de jóvenes que están llegando a la edad de integrarse a la productividad

En cuanto a los que pudieron salir fortalecidos de la inestabilidad provocada por la propia pandemia del Covid tienen que enfrentarse a un mundo lleno de compañeros de trabajo que se encuentran afectados, y lidiar con miles de problemáticas, fuera de su control

Por ello, será necesario que las empresas asuman que deben fortalecer cierto tipo de enlaces holísticos que lleven a mejores ambientes laborales para que regrese el deseo de pertenencia. Son tiempos de sanar y ser mucho más empáticos, en los que prevalece la poca claridad sobre la concreción de los proyectos de vida.

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